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miércoles, 22 de julio de 2009


La banda de heavy metal estuvo el sábado en el Club del Progreso. Presentaron su último disco, "A través de los tiempos". El público acompañó y revivió los mejores momentos del grupo.

ROCA (AR).- El sábado por la noche el Club del Progreso fue testigo del encuentro de dos generaciones. Convocados por una figura emblemática del heavy metal, las brigadas del metal se iban amuchando en la fila de entrada como un ejército de guerreros negros.

La voz de Rob Halford se hacía notar en el portal del gimnasio. Las proyecciones generaban un efecto hipnótico en los presentes, quienes sintomáticamente cantaban a coro los himnos de Judas Priest, Iron Maiden y Slayer.

A medida que la gente entraba, el clima se iba generando. La cerveza a raudales, el cuero, las tachas y las melenas iban encendiendo el fuego del metal. Era hora de empezar.

Los encargados de abrir la noche fueron los neuquinos de Nórdica. Su prolijo pero poderoso sonido enrolado en lo mejor del power metal evocaba a grandes bandas como Helloween o Gamma Ray. Nórdica puso en movimiento las cabezas y cuerpos de los presentes con vigorosos solos de guitarra y teclados que se combinaban con gran ductilidad a las bases. Su repertorio pasó por covers y atractivas composiciones de la agrupación, cambiantes y complejas.

Con el ambiente generado y las almas calientes llegó el turno de Monasterio. Los primeros acordes de la banda fueron suficientes para crear la danza ritualista del "pogo", que convocó a cientos de metaleros en el centro del "campo". Con casi diez años de historia, la banda se desenvolvió con carisma sobre las tablas. El sonido de Monasterio fue como topadoras aplastando cabezas. Arrasador. Compacto.

Los integrantes de Brío recibieron a un público enardecido. La firme apuesta de mantener el entusiasmo fue cumplida con éxito por los cinco integrantes de la formación. La joven banda proyectó su heavy power y mantuvo en alto las expectativas de los espectadores. Con un grupo de seguidores ya formado y con canciones propias y covers, Brío demostró que el escenario es su espacio natural.

A contrapelo de otros estilos musicales, el público metalero manifestó su interés por las bandas regionales, pidiendo reiteradas veces el tradicional "bis" a los representantes locales del under.

Con el escenario a oscuras, las figuras de los integrantes de logos apenas se veían entre las penumbras y el humo. El esperado show arrancó con la proyección del video "Miedo a la libertad". Casi inmediatamente el arrasador sonido de la guitarra de Miguel Roldán, el imponente groove de Walter Scasso y las bases de Marcelo Ponce tomaron protagonismo.

Energético, exultante y legendario, Alberto "Beto" Zamarbide rompió el silencio y lanzó su emblemática voz a todos los rincones del Club del Progreso. El metal de Logos tenía el control.

Los sonidos de raigambre tradicional y "ochentera" de provocaron el choque de cuerpos por doquier. Adolescentes, jóvenes y adultos deliraron. La voz que en ese instante los hacía saltar y corear era aquella que hace más de 20 años provocaba el mismo efecto.

Zamarbide y Roldán representan dos verdaderas leyendas del heavy metal latinoamericano. Ellos fueron parte de V8 y su legado musical se mantiene con la misma vigencia.

Logos interpretó temas de "A través de los tiempos", su último material discográfico. Su repertorio también incluyó clásicos de la banda como "Muerte sin gloria" y "como relámpago en la oscuridad".

Durante más de dos horas Logos reafirmó porqué aún hoy es una de las bandas más importantes de la escena metalera.

El público también demostró que el metal no está oxidado. A pesar de ser uno de los estilos más marginados de los circuitos comerciales y de la moda, el heavy metal levanta sus banderas cada vez que la oportunidad se presenta. El Show de Logos y los teloneros locales son un llamado de atención. El heavy no muere, es tan rebelde y caprichoso como en los ochenta.

Por Andrés Stefani

Fuente: www.rionegro.com.ar

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